martes, 9 de febrero de 2010

El arte de observar el cielo



Hace unos días, un astrónomo reconocido contestó una de las preguntas que desde hace semanas me estaba inquietando por las noches, cuando observaba un cielo curiosamente despejado, y era la siguiente: ¿Qué objetos celestes son los que vemos a simple vista? ¿Son estrellas de nuestra propia galaxia, o también se pueden ver, con los puros ojos, galaxias distantes, supernovas, nebulosas u otros objetos siderales en el Cosmos? Me respondió con suma tranquilidad: lo que vemos son estrellas de nuestra propia galaxia; pero si tenemos un instrumento más poderoso a nuestro alcance, como binoculares o un telescopio, entonces sí, podemos ver más allá de nuestro simple horizonte galáctico. Y así, quedé satisfecho con su respuesta.

Y es que de un tiempo para acá he estado tratando de identificar las estrellas que veo por las noches; pero para alguien con poca experiencia como yo, en el arte de observar el cielo, no es una tarea nada sencilla. Se necesita paciencia, un cielo despejado y por lo menos, algún mapa estelar a la mano porque de lo contrario, ese entramado sutil que aparece en la bóveda celeste se convierte en un laberinto intrincado y poco amigable, difícil de descifrar. Cualquiera puede saber dónde se encuentra la Luna, nuestro satélite natural, y quizá otro más aventurado puede identificar a Venus, la Osa Mayor y el Cinturón de Orión, que son de los más obvios; pero de ahí en más, está realmente en chino, o en maya, créanme.

Por esa razón decidí entrar a un grupo que se dedica a divulgar los conocimientos científicos relacionados con la astronomía, aquí mismo en Monterrey: la Sociedad Astronómica del Planetario Alfa (SAPA). Este grupo entusiasta de personas, entre quienes se encuentran ingenieros, médicos, contadores, administradores, catedráticos y amas de casa, se unió por primera vez el 17 de octubre de 1987 con un fin definido: divulgar la Astronomía. Desde entonces y gracias al Planetario Alfa, la SAPA ha seguido creciendo y evolucionando sin dejar a un lado el objetivo primordial que los fundadores tenían en mente desde un principio: intentar transmitir la misma pasión que ellos sienten por desentrañar los secretos del Universo. ¿Y cómo fue que descubrí este espacio para el conocimiento? Pues navegando, dando un clic aquí y otro allá; o tal vez fue que se conjuntaron los astros para que yo llegara a ellos, ¿quién lo puede saber?

La primer charla a la que asistí fue fundamental para que yo me enganchara a las sesiones que tienen en el observatorio de dicho planetario (con un costo realmente simbólico de $50 pesos al mes): la dio la bióloga Alejandra Arreola, una chica entusiasta que lleva más de diez años en el club, en la que habló acerca de las posibilidades de la vida extraterrestre, pero manejado de manera inteligente y científica, nunca con tintes sensacionalistas (propias del lunático mexicano Jaime Maussan), sino con un verdadero espíritu escéptico y realista. Con ella me identifiqué de inmediato puesto que mencionó como fuente principal de inspiración a Carl Sagan, uno de mis ídolos también. Las demás conferencias fueron igualmente buenas; y es que todos los socios de este grupo son así, bien alivianados, cada uno experto en el tema que le toca abordar, pero con la facilidad de aterrizar sus ideas de manera sencilla, para todo público.

El mundo de la astronomía es maravilloso. No sólo es para académicos o eruditos, como muchos pudieran pensar. En realidad, el Hombre, desde los comienzos de la civilización, siempre ha puesto sus ojos en las estrellas y se ha preguntado qué son aquellos objetos colgados en el cielo. ¿Realmente son dioses? ¿Gobiernan nuestras vidas? Les extiendo pues una invitación a todos aquellos que tengan curiosidad por saber un poco más sobre el Cosmos, a que se acerquen a estas pláticas que de seguro responderán a algunas de sus preguntas que vienen arrastrando quizá desde niños, y que aún no han podido responder a ciencia cierta. O mejor aún, que sea el mismo arquitecto Pablo Lonnie Pacheco Railey, presidente de dicho grupo, el que les haga el llamado formal: “Sin importar cuál fue el camino que te guió a este espacio, esperamos responder no sólo tus cuestionamientos iniciales, sino despertar un nuevo sentimiento, un deseo de explorar más allá de lo que pueden ver tus ojos en el cielo a primera vista […] Si vives en, o visitas Monterrey, nos dará un enorme gusto compartir un agradable rato contigo, en las sesiones que la Sociedad Astronómica realiza en el Observatorio cada sábado a las 17:30 hrs. Mayores informes aquí.”

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